Mis hijas: grandes y preciosos milagros

Creo en Dios y a pesar de ser católica (por herencia), no acostumbro ir a misa. Considero que cada quien es dueño de pensar y creer en Él como le parezca o como lo sienta en su corazón y que no es necesario ir a una iglesia para seguir su mandato.
Si nos hubiéramos dejado llevar por lo que ellos consideraban "La palabra de Dios", no tendría la dicha de ser madre de dos criaturas tan bellas. Se suponía que si Dios no te da hijos en forma natural, era porque así lo había decidido Él.
Ja!... ellos, los curas diciendo que todo lo que fuera antinatural, iba también en contra de Dios. Ellos, que hablan del voto de pobreza y que a costa de todos aquellos fanáticos de las iglesias, se llenan los bolsillos de dinero.
Yo lo dejé en Sus manos, si Él quería que yo me embarazara, de cualquier modo, lo lograría.
Fue un tiempo de mucha angustia, desgaste emocional y dolor físico, pero era por una muy buena causa: ser padres... Y lo logramos!... Que maravilla!... Que mundo tan íntimo y mágico descubrimos, que belleza el ver el comienzo de la vida, vida que nacía de mí... Pude ver, a través del microscopio las primeras etapas de la vida de mis princesas ahí comprendí el "para qué" de todo esto. Soy una privilegiada.
Si no hubiera estado la mano de Dios en esto, simplemente no habría ocurrido... pero estuvo, y me siento orgullosa de haber dado la pelea, me siento plena al verlas tan lindas y sanas.
Creo en Dios, en sus milagros y en su amor por mí. Me ha soltado a veces, pero no me deja caer. Me ha dado la posibilidad de amar y ser amada. Me ha enseñado a pararme frente a la vida con mi cara en alto. Me ha secado las lágrimas y me ha cobijado. Y me bridó el mejor regalo que pudo darme, mis grandes y preciosos milagros: Valeria Belén y Fernanda Isidora.