
No sé porque los días domingos para mí, son una verdadera lata. Me cargan, no quiero que lleguen. Y la verdad es que aún no sé por qué. Se me hacen eternos, la hora no pasa nunca y eso empeora cuando estoy sola en casa. Más de un fomingo fue testigo de mi llanto, al recordar cosas del pasado o situaciones del presente que no puedo evitar que me afecten... que masoquista!!... pero en fín, es así.
Pero este domingo fue distinto, muy distinto. Lo pasé increíble. Me sentí integrada a una familia y a un entorno lleno de alegría. El disfrutar de la naturaleza, el olor a humitas, las risas, las demostraciones de cariño, el cantar las canciones que interpretaba "Santiago Bohemio" en el escenario y sentirme orgullosísima de amar a uno de ellos, el mirarlo ahí tan guapo, escuchar su voz que me hacía estremecer... y mejor aún, ganar el primer lugar en el concurso de cueca, ja, ja, ja... yo, le gané a la teté... a la teté, que para mí es la mejor. Claro está que entre ella y yo no hay comparación, y que no ganamos por ser mejores que ellos, pero también está clarísimo que esto será una anécdota que contaré por mucho tiempo más.
Terminé ese día cansadísima, mis pies me dolían mucho, tratando de afirmar las chalas todo el tiempo (se imaginan lo que es bailar seis cuecas seguidas, en un terreno de tierra y paja, con chalas??). Tenía tierra hasta en los dientes, pero no me importó.
Y como broche de oro, escuchamos a Fernando padre junto a "Santitos Rubio" en unos pies forzados... Que buena pareja, que mentes, que picardía, que experiencia, que sabiduría...
Llegué a casa, me tiré en la cama (así, sucia como estaba), y comencé a sonreír mientras recordaba cada minuto de ese día... y no fue fomingo.
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